LAS AGUAS MINERO-MEDICINALES DE LA COMUNIDAD DE MADRID
La Comunidad de Madrid cuenta con un importante patrimonio hidrogeológico relacionado con las aguas minero-medicinales, prácticamente desconocido, que abarca desde fuentes y manantiales considerados popularmente beneficiosos para la salud, a establecimientos balnearios o “baños minerales”, denominación generalizada en el siglo XIX, y plantas de envasado de agua medicinal.
Inventario de las Aguas Minero-Medicinales Madrileñas
En un trabajo realizado hace algunos años para la Comunidad de Madrid identificamos y cartografiamos un total de cincuenta y dos puntos de agua que, en algún momento de nuestra historia, fueron reconocidos y documentados por su aplicación medicinal: diez establecimientos de baños, dieciséis instalaciones de embotellado y veintiséis fuentes y manantiales tradicionalmente reconocidos como medicinales.
A ellos se suman más de una decena cuya localización geográfica no se pudo determinar por la vaguedad de las referencias geográficas de su emplazamiento, algunas de las cuales datan del siglo XVII. Entre ellos pueden citarse la Fuente de la Retuerta (Pezuela de las Torres) o la Fuente Pelaya (Paracuellos de Jarama), descritas por el Doctor Alfonso Limón Montero en su obra “Espejo cristalino de las aguas de España” (1697); la Fuente Ácida de Colmenar Viejo, citada por Pedro Gómez de Bedoya en “Historia de las fuentes minerales de España” (1764), o el manantial de Bayona (Titulcia), de agua sulfatada sódica, y el de Parla, ferruginoso bicarbonatado, citados por Pedro María Rubio en su “Tratado completo de las Fuentes Minerales de España” (1853).
La mayoría están situados en el sector sureste de la Comunidad, generalmente al pie de vertientes en las que afloran yesos y diversos tipos de rocas y minerales salinos que prestan a las aguas sus peculiares condiciones químicas. En la Sierra, abundante en manantiales singulares de aguas puras y cristalinas, como las fuentes de Las Callejas y de La Lobera, entre el Puerto de La Morcuera y Rascafría, la Fuente de Pedro Acuña en la Pedriza, o la Fuente de la Reina en El Escorial, solo hay documentadas cuatro surgencias de agua de mineralización especial.
En algunos casos las aguas surgen de forma natural, en un manantial, y se encañaban y recogían formando una fuente. Pero en la mayoría de los casos se trata de aguas “alumbradas” de forma artificial mediante obras de captación de diversa tipología.
Uno de los sistemas históricamente más empleados en Madrid es la excavación de uno o varios pozos desde los que se bombeaba el agua al exterior. En algunas ocasiones, estos se conectaban a una mina o galería para mejorar su caudal y conducir el agua hasta un pozo principal, desde el que se bombeaba el agua a una fuente o a un depósito.
Este sistema se empleó, por ejemplo, en Carabaña, donde aún se conserva, a los pies del cerro Cabeza Gorda, un sistema de galerías, pozos y depósitos comunicados entre sí cuya función era captar el agua y depurarla de impurezas físicas y excesos salinos.
Un caso especial de pozos son las Aguas de Bustarviejo, que surgían en uno de los pozos de la mina de plata El Indiano. Es lo que habitualmente se denomina “aguas de mina”.
Otra forma de captar el agua del subsuelo son los viajes de agua, una serie de conducciones subterráneas o semi-subterráneas que recogían el agua y la conducían hacia las fuentes de la ciudad de Madrid. Estos acueductos o “qanats”, cuya construcción original se remonta a los siglos VIII al XI, fueron el principal medio de suministro de agua a la ciudad hasta la creación del Canal de Isabel II. Algunos de los viajes de aguas gordas, queconducían aguas muy mineralizadas, se consideraban medicinales y las fuentes a las que abastecían recibían el nombre genérico de Fuentes de la Salud.
Establecimientos de baños o balnearios
Entre la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, Madrid contó con diez balnearios, seis oficiales con director médico y cuatro extraoficiales.
Aunque más modestos que los de Cestona, Solares o Alhama de Aragón, fueron muy frecuentados por la sociedad madrileña de la época, con una afluencia media de hasta 400 agüistas por temporada. Estos procedían en su mayoría de Madrid, de las poblaciones cercanas y de las provincias limítrofes (Toledo, Cuenca, Guadalajara, etc.), con algunos visitantes de tierras más lejanas, como dos enfermos de clase acomodada que acudieron a La Concepción de Peralta enla temporada de 1872 procedentes, uno de Dinamarca y otro de Francia.
En la actualidad ninguno de ellos está en funcionamiento. Los últimos, La Alameda y La Porqueriza (Guadarrama) y Fuente del Toro (El Molar), se cerraron a consecuencia de la Guerra Civil, que arruinó las instalaciones y el negocio balneario.
Fuente del Toro, el decano de los balnearios madrileños, que abrió sus puertas en 1807, logró alcanzar el siglo XXI con sus pabellones y edificios más o menos conservados, pero los “okupas” se han encargado de destrozar sistemáticamente lo que allí quedaba: bañeras de mármol, la gran pajarera acristalada, hasta la cabeza de toro que adornaba el nacimiento del manantial. Otros de los supervivientes, La Margarita de Loeches, se encuentra en total estado de abandono y sus instalaciones son utilizadas para fines del todo peregrinos, como el templete del balneario, reconvertido en gallinero.

Establecimientos de Agua de Bebida Embotellada
Hacia finales del XIX, las aguas purgantes envasadas españolas, que contenían mayor cantidad de sulfato de sodio que las europeas, se pusieron de moda, y las de la Comunidad de Madrid gozaron de especial reconocimiento nacional e internacional, como revelan las medallas de oro y plata obtenidas en 1881 por La Margarita y La Maravilla en la Exposición Balneológica de Francfort-sur-Mein (Alemania), siendo exportadas a lugares tan distantes como Nueva Zelanda.
Entre otras, pueden citarse la conocidísima Agua de Carabaña, que hasta hace relativamente poco seguía vendiéndose en farmacias; el Agua de Villacabras (Villaconejos), que se comercializó sobre todo en Francia, a donde se enviaba sin envasar en toneles de 500 a 600 litros; o La Maravilla de Coslada, en cuya publicidad se utilizaba el nombre del premio nobel Santiago Ramón y Cajal.
Con esta fama, en el primer tercio del siglo XX, Madrid llegó a ser una de las provincias españolas con mayor número de establecimientos de bebida embotellada. Todos ellos contaban con el reconocimiento de la declaración de utilidad pública y no pocos estaban situados en lo que ahora forma parte del casco urbano de Madrid, como Aguas de Madrid, cuyo pozo de captación estaba situado en una huerta ubicada en la calle de Guzmán el Bueno.
Casi con la sola excepción de Carabaña, donde hace algunos años se rehabilitaron las instalaciones con la intención de abrir allí un balneario, y de la planta de embotellado de Fonsana (La Cabrera), que cerró en 2017, la huella de estos establecimientos, de existir, se reduce a edificios e instalaciones en ruinas. Si bien hay que decir, que en muchas de ellas las instalaciones originales se limitaban a un pozo, algún depósito y una nave de mayor o menor tamaño donde se realizaba el embotellado del agua.

Manantiales y Fuentes Medicinales
Muchas fuentes y manantiales han desaparecido por efecto de la urbanización y la obra pública, como les sucedió a la Fuente de la Puerta de Segovia, que estaba situada en la confluencia de la Ronda y la calle Segovia, y a la de Sumas Aguas (Humera),. Pero otras conservan sus aguas y, sobre todo, la tradición de acudir a ellas como remedio medicinal o simplemente por la calidad de sus aguas.
Este es el caso de la Fuente de la Salud del Parque del Oeste, a la que continúan acudiendo algunos madrileños a pesar de los carteles que advierten que se trata de agua no potable, y de la Fuente del Pino de Miraflores, de agua frescas y trasparentes, más apetecibles que la que se vende embotellada.
Por mencionar algunos datos curiosos, las aguas de la Fuente de Las Cámaras de Carabanchel curaban la disentería, pero era preciso tomarlas directamente de la fuente, en ayunas y antes del amanecer, mojando una miga de pan en el agua y comiéndola. Las Aguas de Canillejas tenían un sabor salado y algo picante y se consideraban buenas para diversas dolencias de intestino y riñón. Y las de la Fuente del Rey del Nuevo Baztángozaron de gran fama por sus propiedades diuréticas y laxantes, sirviendo de bebida ordinaria a Felipe II, Felipe III, Felipe IV y Carlos II.

Conservar el Patrimonio Hidrogeológico Madrileño
Los últimos balnearios y plantas de embotellado dejaron de funcionar entre 1930 y 1950 y apenas quedan vestigios físicos de la existencia de la mayoría de ellos. También han desaparecido muchos manantiales y otros presentan un evidente estado de abandono.
Pero merece la pena rescatar la memoria del importante patrimonio hidrogeológico, tanto físico como documental, con que cuenta la Comunidad de Madrid, y poner en valor el potencial minero, ambiental, histórico y cultural que todavía brindan las aguas minero-medicinales madrileñas.
Altácia cuenta con personal con amplia experiencia en trabajos de documentación e investigación histórico-científica, elaboración de publicaciones divulgativas y proyectos de valorización del patrimonio minero e industrial.